Desde hace décadas y ante el crecimiento de las necesidades de espacio de aterrizaje y despegue de las naves aéreas se ha estado pensando en la construcción de un nuevo aeropuerto para la capital, siempre fue lo de siempre, solo anuncios y nada de hechos concretos hasta este año con el anuncio formal de la habilitación del Aeropuerto Internacional de Palmerola, el que se convertiría en el nuevo puerto aéreo de la capital.
EL VILLANO DE TONCONTÍN
El aeropuerto que fue una de las terminales aéreas más avanzadas de Centroamérica, en la época de Carías fue habilitado para el uso de aviones comerciales a mediados del siglo XX, ahí aterrizaban aviones sofisticados de lineas aéreas como Pan American Airways así como de las ya desaparecidas TAN y SAHSA, pronto y con el paso del tiempo, y debido a factores relacionados con las aproximaciones a la pista y errores humanos, Toncontín fue señalado como culpable de tragedias y ya para principios del siglo XXI fue catalogado como el segundo aeropuerto más extremo del mundo aunque muchos interpretaron la expresión original en inglés como “el segundo aeropuerto más peligroso del mundo”, una tesis que los mismos capitalinos han compartido con compulsión y que aceptan hasta con vehemencia, lo previo ha sido motivo para que la mayoría de los ciudadanos de la capital estén de acuerdo con la construcción de una nueva terminal para su ciudad.
UNA NUEVA OPCIÓN Y EL COMPORTAMIENTO DE SIEMPRE
Ante la necesidad de un nuevo aeropuerto para la capital, el gobierno de Honduras por fin tomó la decisión de convertir a Palmerola en el aeropuerto para Tegucigalpa, una decisión que luce inteligente si se ve desde la perspectiva de país y de negocio para las aerolíneas que al tener instalaciones de primer nivel pueden centralizar las operaciones de vuelos internacionales, hacer uso de aeronaves más grandes reduciendo la relación costo de vuelo por persona además de que se evitaría el pago de costos extra en seguros que también se verían reflejados en el valor final del boleto, hechos que no son una expectativa, son una realidad, ya que en San Pedro Sula el costo de pasajes es menor que en Toncontín debido a las razones anteriormente expuestas.
Pero el rechazo de muchos capitalinos ha sido inmediato y es en eso donde muchos exponen argumentos que solo tienen validez desde la perspectiva personal y no de país, algunos se quejan que debido a la distancia ya no podrá llegar la clásica tropa de familiares a recibir y dejar a un solo pasajero, otros que les queda muy largo y mil ponencias más; otros opinan de una manera más ponderada haciendo consideraciones y valoraciones de los pro y contra de la nueva ubicación, en fin, todos tienen una opinión la que podíamos comparar con lo sucedido en San Pedro Sula cuando se decidió construir la terminal central de buses, una “tragedia” sampedrana que al final terminó con un buen acierto y donde hoy ya nadie recuerda que hasta cerraron calles oponiéndose a la terminal de buses.
ACEPTACIÓN Y NEGACIÓN
Una vez el gobierno anunció el inicio del proceso de construir la nueva terminal de Palmerola, las mentes de los capitalinos más ecuánimes han llegado a aceptar dicha opción con la condición que se mantenga a Tegucigalpa como terminal aérea para vuelos nacionales, sin embargo toda la posible aceptación ha caído por la borda ante una cláusula del contrato de Palmerola en la cual tácitamente se convierte a Toncontín de uso exclusivo para vuelos charter y militares, negando el derecho a los capitalinos a tener acceso a vuelos nacionales; dicha cláusula incluso penaliza al estado hondureño con 800,000 $ al mes por el uso de Toncontín como aeropuerto comercial.
De aprobarse esa cláusula, si usted tiene la urgencia y necesidad de viajar desde Tegucigalpa a San Pedro Sula por ejemplo, tendrá que viajar en carro hasta Palmerola y de ahí tomar un vuelo de 5 minutos a San Pedro Sula, un escenario donde cualquiera olvidará la opción aérea y tomará la decisión de irse de un solo en carro hasta la capital industrial, y si vemos esta prohibición de vuelos comerciales nacionales desde Tegucigalpa desde el punto de vista de negocios, de salud y turismo, es a todas luces un completo desacierto que los capitalinos no están dispuestos a aceptar, y con justa y sobrada razón.
Todos queremos que las cosas mejoren, todos queremos lo mejor, hagamos lo mejor y dejemos a Toncontín como aeropuerto comercial nacional, y venga Palmerola también.
Foto de portada de Ennio Tattoli Devoto - aproximándose a Tegus
Por fin se hará realidad que Tegucigalpa tenga un aeropuerto decente y que permita el crecimiento económico al país. Toncontin debería dejar de operar como aeropuerto tanto internacional y local. El tráfico aéreo no es suficiente para mantener las dos terminales abiertas. Creo que una buena idea sería convertir a toncontin en una gran terminal de buses, parecida a la de San Pedro Sula. Hay que ser realistas y aceptar que palmerola será el aeropuerto que servirá a la capital. Todas las grandes ciudades tienen su aeropuerto lejos de la ciudad.
De la misma forma que transportan pasajeros de un aeropuerto a otro se puede utilizar Toncontin y tambien Palmerola, utilizando aviones como taxis aereos para conectar un aeropuerto con el otro, un Cessna puede volar de Toncontin
a Palmerola en apenas 15 o 10 minutos, tenemos que aprender a pensar a la manera de Gran ciudad.
No se porque se oponen a mejorar aquí en usa los aeropuertos están lejos de donde uno vive. Hay que salir unas 2 o 3 horas antes. Y nadie dice nada. Por mi mejor porque no estoy escuchando el ruido de los aviones y duermo tranquila. Sinmiedo que me va a caer un avion .
La idea de cerrar a Toncontín es una locura. Si lograr cerrar el aeropuerto lo van a lamentar mucho despues.
No hay que desviar el verdadero problema de este asunto. Se quiere distraer las opiniones con el tema si se cierra o no se cierra Toncontín, y realmente ese asunto se vuelve hasta cierto punto el menor de los males. El real problema del nuevo aeropuerto en Palmerola es el contrato leonino, abusivo y completamente dañino a los intereses del pueblo hunduriense. La concesión está diseñada para que unos pocos se ganen millones de dolares. Sólo la construcción de la terminal la valoran en más de 160 millones de dolares (por supuesto, de esa forma la contra parte del gobierno será mayor que lo que realmente debería de ser si la inversión fuera el valor real); la concesión a 30 años prorrogables a 60; ingresos para el Estado ridículamente bajos mientras se alcanza el volumen de 670 mil usuarios (actualmente, Toncontín no llega a los 250 mil usuarios anuales); las multas que deberá pagar el Estado hunduriense (mejor dicho, el pueblo) por incumplimiento (uno de estos incumplimientos sería el uso de Toncontín para vuelos nacionales) son un atraco y un descaro tremendo. Al final, si los diputados aprueban este contrato de la forma en que ha sido concebido, será el robo del siglo contra la paupérrima, miserable y maltrecha economía hunduriense. Y mientras tanto, algunos interesados nos quieren vender la idea que el tema más importante es Toncontín. Que bochorno!!!!!