Ayer el mundo observó incrédulo el enorme incendio de millones de cohetes sucedido en Tulpec, México, una tragedia de enormes dimensiones que dejó hasta el momento a 29 personas fallecidas y decenas de heridos, una tragedia de la cual podemos, si queremos, aprender en base a experiencias ajenas.
La Tradición de los Cohetes y las tragedias en navidad
En Honduras ha sido una tradición el uso de cohetes para celebrar la navidad y año nuevo, habemos cientos de miles de ciudadanos que tuvimos la experiencia de quemar cohetes una y otra vez, sin percance alguno o quizá aliviando con pasta de dientes las quemaduras que solo dejaron eso, pero ¿qué pasa con los que sí tuvieron desenlaces trágicos?, también se cuentan por miles.
Si nos detenemos un segundo a recordar y vemos lo sucedido en México sabremos de inmediato que eso no es nada nuevo en nuestro país, todos los años sucede, coheterias estallando en Copán, Cortés, La Paz y cualquier sitio donde no existe prohibición de venta de pólvora, explorando un poco más en nuestra memoria recordaremos que en Tegucigalpa sucedieron casos idénticos al sucedido ayer en México, todos con el factor común de pérdida de vidas y cientos de quemados.
Ciudades con prohibiciones que no sirven de nada
De manera responsable muchas alcaldías de nuestro país han girado prohibiciones en relación al comercio y uso de la pólvora, sus cuerpos policiales hacen hasta lo imposible por frenar el tráfico ilegal pero sus esfuerzos son minimizados ante la recurrencia de los ciudadanos que haciendo caso omiso a las prohibiciones se las ingenian para evadir la ley y al final año con año se reportan niños quemados, viviendas destruidas y patrimonios quedan hechos cenizas, punto donde vale la pena preguntarse, ¿vale la pena quemar pólvora?, ¿tiene idea del sufrimiento de por vida que un quemado puede sufrir?.
¿Vale la pena de aprender de experiencias ajenas?
Nuestra intención es crear conciencia ante esta práctica y queremos pedirle un favor, vea el video y piense lo siguiente mientras lo ve, ¿qué sentiría si mi hijo estuviera ahí, o mi madre, o yo?, ¿cambiaría toda su vida por devolverles la vida a quienes perdieron la suya?.
