En este trajín de conocer Honduras he tenido la oportunidad de disfrutar de innumerables maravillas en todos los confines de nuestra nación, sitios naturales que enamoran y que me hacen regresar una y otra vez, experiencias de viaje que van de la mano con la necesidad de pasar la noche en sitios que van desde lo más sencillo hasta lo más selecto y a ciencia cierta he llegado a la conclusión que en la mayoría de sitios de hospedaje la estandarización de cierta forma le quita algo de originalidad a esos lugares, siento que muchos establecimientos por intentar darle al huésped una habitación y servicio de “como si estuviera en casa” pierden la oportunidad de convertir la estadía en una experiencia, con lo previo no estoy diciendo que manejarse dentro de estándares sea malo, más bien que salirse de esos criterios utilizando la imaginación y el entorno se puede convertir una estadía en algo inolvidable y es justo lo que viví en Copán Ruinas.
Sacarle provecho al entorno natural es en definitiva un “as bajo la manga”, detalles tan simples como situar sillas en una colina de frente al sitio donde se aprecian los atardeceres más bellos de Copán es una idea fantástica, ¿que mejor decoración que los colores que pinta el cielo y mejor ventilación que el viento que te revuelve el pelo?, no creo que haya artista que lo pueda lograr, y ahí está, gratis, libre para disfrutar y relajarse apreciando lo que en tu casa nunca te das la oportunidad de hacer, y que mejor que con grata compañía y una copa de vino o buen tazón de café.
Hasta ese momento entendí la razón por la cual Hacienda San Lucas es quizá el sitio de Honduras que más aparece en las campañas promocionales del país, fotos ,vídeos y crónicas sacan al menos un rincón de ese hotel que a mi juicio es mucho más que eso, es como dije toda una experiencia inolvidable.
Nada de tablayeso, cielos falsos reticulados ni modernidad, todo es rústico como en una hacienda, nada de enormes candelabros y complicadas arañas de techo, más bien decenas de candelas que iluminan y te dan la sensación de esas noches en el campo, un conjunto de elementos que juntos te hacen sentir en confianza, no hay barreras infranqueables, es como si fuera tu casa.
De entrada cuando te dicen que en Hacienda San Lucas no hay televisores uno se siente como incómodo o como que te falta algo, pero con los minutos y las horas vas redescubriendo esas actividades que parecieran extintas ante la modernidad, tu tiempo se hace largo y de ponto estás leyendo y platicando así como cuando los celulares y redes sociales no nos consumían el tiempo y el alma, dicho en pocas palabras, regresas a lo básico, a la raíz, a lo bueno de la vida.
Y eso no es todo, tampoco hay aire acondicionado en las habitaciones, solo enormes ventanas cubiertas con cedazos para impedir el ingreso de insectos, un par de hojas de ventana con una tranca, eso es todo, cero mecanismos de apertura con manecillas; al acostarte no sabes si dejarlas abiertas de par en par para disfrutar del clima fresco pero más tarde preferís cerrarlas porque el frío de la noche comienza a calar.
Cero gimnasio y spa, ¿y para qué? si dentro de la propiedad hay un gazebo en cuyo piso hay cojines y alfombras para acomodarse para practicar yoga o técnicas de relajación, patios y veredas, rutas para andar a caballo, cocina de primera donde los ticucos cobran una dimensión superior, donde las tortillas gorditas calientitas y recién tiradas son el acompañante perfecto junto a deliciosas salsas y lácteos frescos, lugar donde el sonido ambiental no sale de parlantes, donde el silencio del entorno te hace escuchar el vuelo de las aves, el crujir de los árboles y el sonido del viento, un sitio mágico que pensé no encontrar jamás pero que lo pude vivir en Hacienda San Lucas.
No encuentro el día para regresar solo o con #LaMarimba para disfrutar de la magia de lo básico, de lo natural y del bello entorno de Copán Ruinas.

La Marimba que siempre dirá #NosVamosPaCopán